El año que acaba de terminar trajo en sus últimos días el anuncio de la absorción y liquidación de una de las entidades bancarias españolas de mayor relevancia histórica: el Banco Español de Crédito, cuya marca desaparecerá para integrarse plenamente su negocio en el Grupo Santander a partir de mayo de 2013. Con este motivo, iniciamos hoy una serie de artículos que repasarán la trayectoria más que centenaria de Banesto.
El Banco Español de Crédito había sido constituido el 1 de mayo de 1902 sobre la base de la Sociedad General de Crédito Mobiliario Español, la más importante de las sociedades de crédito operantes en el país y constituida en 1856 por los financieros franceses Isaac y Émile Péreire como filial de su célebre Crédit Mobilier, la institución que durante el Segundo Imperio (1852-1870) había revolucionado las finanzas francesas con su capitalismo popular avant la lettre, preocupado por reunir tanto los grandes capitales como los más pequeños y destinándolos a las más diversas inversiones en ferrocarriles, compañías de seguros, líneas trasatlánticas, infraestructuras urbanas e incluso los planes de remodelación urbanística de la capital auspiciados por el prefecto de París, el Barón Haussmann.
En España, la filial creada por los Péreire continuó su política de inversiones muy alejada del tradicional crédito comercial a corto plazo, atenuando el riesgo con una crecida suma desembolsada como capital. La principal de sus inversiones fue la Compañía de los Caminos de Hierro de Norte de España, que había de construir el ferrocarril que uniría Madrid con Valladolid, Burgos y Francia a través de Miranda de Ebro. Pero, además, el Crédito Mobiliario Español destinó un porcentaje apreciable de sus recursos a la dotación de infraestructuras de gas a Madrid, compañías de seguros y deuda pública española, junto con otras inversiones exteriores como la Compagnie des Chemins de fer du Midi, la Banque Impériale Ottomane, la Compagnie Parisienne d’Eclairage et de Chauffage par la Gaz de Philippe Le Bon, la Compagnie Inmobiliére de Paris o la International Financial Society, con sede en Londres.
Como cabía esperar, la trayectoria del Crédito Mobiliario Español se vio fuertemente sacudida por la crisis ferroviaria desatada en España a partir de 1866, complicándose aún más por la delicada situación financiera de su matriz francesa. Los riesgos derivados de esta última fueron neutralizados mediante una amplia operación de autocartera que supuso la adquisición de las 57.000 acciones que la sociedad francesa aún poseía de su filial española. En cuanto a la crisis ferroviaria, se alcanzó un audaz acuerdo con la Compañía del Norte para aceptar el pago de su deuda en obligaciones de la sociedad ferroviaria. Gracias a estas dos inteligentes operaciones, el Crédito Mobiliario Español logró sobrevivir a la destructiva crisis financiera de la década de 1860, desarrollándose su negocio durante los siguientes diez años bajo la tónica de los buenos resultados, en parte alcanzados en operaciones conjuntas con el Banco de España.
No obstante, la relajación de los lazos con la sociedad matriz francesa y el debilitamiento de sus inversiones ferroviarias terminaron por lastrar la marcha del Crédito Mobiliario, que en 1882 ya abordó un primer intento por reconvertir y ampliar su actividad crediticia a través de la constitución del Banco Español de Crédito, en colaboración con otras entidades francesas y el Banco Hispano-Colonial, con sede en Barcelona y vinculado al poderoso grupo empresarial del Marqués de Comillas. Sin embargo, el crash bursátil de ese año frustró el proyecto de refundación de la sociedad de crédito, que vio sus resultados igualmente mermados por la crisis de la peseta originada en las guerras coloniales y el aumento de la deuda pública a ellas asociada, así como por la conversión de su capital en obligaciones con cupones pagaderos en oro. Finalmente, el proyecto de reconstitución pudo hacerse realidad el 1 de mayo de 1902, cerrado el agitado período que condujo a la pérdida de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 y estabilizada la hacienda española bajo la dirección del ministro Raimundo Fernández Villaverde. Éste pasaría a formar parte del consejo de administración de la recién constituida entidad en la que, no obstante, el peso de los inversores franceses iba a seguir siendo fundamental.
Ya que si bien la presidencia del consejo quedaría a cargo de Cayetano Sánchez Bustillo (1839-1908), senador más tarde llamado a ocupar la cartera de Hacienda en el Gobierno de España, la vicepresidencia recaía en el francés Gustave Péreire y la dirección general en su compatriota Leon Cocagne. Del capital de la nueva entidad, el Crédito Mobiliario Español tomaba el 30%, en tanto que el 40% quedaba en manos de la entidad de negocios francesa Banque de Paris et des Pays-Bas (Paribas). La influencia francesa se dejaría sentir profundamente en la constitución de un poderoso Comité de Paris al que con frecuencia habría de consultar el Consejo de Administración en Madrid, así como en la reserva a favor de Paribas del 40% de los negocios no corrientes en España que convinieran a esta entidad.
Para saber más:
GARCÍA RUIZ, José Luis (2007): “Nacionalizando el capital bancario: Banesto y Paribas (1902-1927)”, en Investigaciones de Historia Económica, 9, pp. 79-108.
SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Nicolás (1966): “De los orígenes del capital financiero: la Sociedad General de Crédito Mobiliario Español, 1856-1902”, en Moneda y Crédito, 97, pp. 29-67.
TEDDE DE LORCA, Pedro (1974): “La banca privada española durante la Restauración (1874-1914)”, en TORTELLA CASARES, G. (dir.): La banca español en la Restauración, vol. I. Banco de España, Madrid, pp. 219-458.